En estos días tuve la inmensa fortuna de compartir y
aprender en los talleres de oralidad que brindé en una escuela primaria de la
provincia de Santa Fe. El ida y vuelta
fue maravilloso. Todos ESTABAMOS Y
ERAMOS allí. Pudimos sentirnos y saber que las palabras a través de un cuento,
un poema, un sueño o un susurro… pueden agrandarnos.
Agrandarnos.
Las palabras son herramientas de cuidado, tienen magia,
tienen poder… y me detengo en esta posibilidad.
Tienen a veces demasiado poder: “CAYATE
TARADO”… “SOS LOCO VOS?”…”SOS IGUAL A…”… “NUNCA VAS A SERVIR PARA NADA”.
Mientras jugábamos a que éramos vikingos con sendos gorros
de papel de diario en nuestras cabezas, nos permitimos cerrar los ojos y
navegar por un mar inmenso, embravecido y temible por momentos, y manso como un
lago otras… al abrir los ojos, hubo una sola pregunta (podrían haber sido
miles): ¿DE QUÉ COLOR ERA EL MAR POR
DONDE NAVEGASTE?
Hubo azules oscuros y claros, verdes, marrones y
transparentes. Pero también los hubo
blancos, porque sus aguas estaban llenas de ballenas blancas; y naranjas porque
el sol que se escondía les daba ese color; rojos, porque habían matado muchos
peces unos barcos pesqueros; y de miles de colores, porque en esas aguas vivían
peces de todos los colores y de allí había salido el primer arco iris.
Me quedé pensando, si a los nueve años, pueden cerrar sus
ojos e imaginar esos mares, cómo podemos creer nosotros, sus padres, maestros,
tíos, adultos en general… que esos niños son tarados, locos e inservibles??
Recordé a los más grandes de once años, permitiéndose
escuchar en un susurro poemas variados y crear luego los propios… y como soy
curiosa, pero muy curiosa, les pregunté qué habían sentido al recibir el
susurro de un poema en su oído… hubo tanta maravilla de respuesta; los varones:
“me hace cosquillas del oído a la panza”, “parece que tengo mariposas en el
estómago”, “me hizo sentir amor”… las nenas: “armonía y paz”, “orgullo”…
¿porqué orgullo?, quise curiosear más… “porque alguien me hablaba a mi
solamente y con palabras lindas”.
Las palabras NOS AGRANDAN… nos hacen “sabernos”, recordar que
estamos aquí para CREAR, porque somos seres creadores. Algunos de ustedes dirán que también
destruimos y es cierto… pero creo que todo es una cuestión de marketing. Vende más decir que el ser humano es por
esencia destructor y materialista, que reconocer nuestra creación. Esos chicos nos demostraron a todos
ampliamente, lo que puede construirse con la palabra, si NOS LO PERMITIMOS.
Y entonces, jugamos, nos reímos… algunos por un momento
tuvieron lagrimas en los ojos, pero todos supimos que teníamos la posibilidad
de viajar en ese barco de vikingos, simplemente por desearlo… de crear un
poema, porque teníamos CON QUÉ.
Tal vez vaya siendo hora que nos quitemos algunas corazas y
nos permitamos el silencio y la compañía de un niño para que nos enseñe un par
de cosas… un par de cosas, nada más.
MARIA FERNANDA GUTIERREZ
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