Querido lector y lectora
de estas páginas, si es que te dedicas a la educación, ÁMATE con todo el amor
que de tu corazón salga, porque tienes una tarea inmensamente bella entre manos;
así que de ser necesario, sufre un ataque repentino de amnesia, e intenta
aprender todo de nuevo, no por los niños… sino porque TU LO MERECES.
“esa es la tarea…
acompañar en la mirada, a los que aún no pueden comprender la variedad de
colores; es el tiempo de enseñar que hay más colores que los que nadie jamás
imaginó ver”
Un árbol decidido a vivir su SER es la
alegría de la semilla manifestada.
Cuando la semilla se acuesta sobre la
tierra y confía dejándose ser, una mágica comunión se produce; un estallido
como relámpago creador irrumpe ese espacio sagrado en la tierra.
Mientras tanto, y en el antes y el
después, una luna ejerció su poder de gestación en cada célula de la semilla,
sin tocarla, sólo con la plena confianza de saberse la una en la otra.
Estrellas que nacen y otras que se apagan velan el momento porque también
saben. Un viento suave acaricia la superficie terrestre dando el calor
necesario y antes de que el sol asome en el horizonte, en ese momento en que
sólo se lo presiente, una humedad de rocío, sutil, exacta, perfecta, fecundará
con pequeñas gotas de amanecer anhelado, el instante en que una melodía casi
imperceptible comenzará a sonar en esa delgada línea en donde se besan
cotidianamente el cielo y la tierra.
Ahí, bendecida y Divina, sin que humano
alguno la perciba, la semilla comienza a desgarrar sus pieles, a romperse, cual
fuente femenina que pare mañanas a cada instante. Y se abrirá paso estirándose,
acariciándose a sí misma por entre un humus que la cuida y la alimenta.
No sabe aún lo que busca… o sí?? Sigue buscando el cielo, ciega aún, sin ver,
sólo intuyendo que su verdadero esplendor llegará si sigue adelante.
Una parte de ella, sin embargo, buscará
amigarse y aceptar la sombra, el inframundo de oscuridades sabias que trasmutan
todo lo que el cielo descarga en esa tierra transformadora. ¿Quién otra con esa
capacidad?
Sólo la tierra.
Esto le dará las seguridades
inexistentes, pero seguridades al fin, para creer en ese afuera que nunca verá…
o mejor aún, tener la certeza y aceptar que una parte de ella, de su ser
semilla, deberá elegir la sombra para trasmutar y transmutarse, mientras que
otra parte de si, buscará la luz que luego la convertirá en verde y perfumado
follaje que protegiendo los “adentros”, dará una nueva semilla nacida de la
anterior y la anterior, y la anterior… para que la vida SEA.
En ese andar que parece dormido, quieto
y sin maravillas visibles a simple vista, un mar de sutilidades está
ocurriendo; y el humano descubrirá la fruta, basado en la lógica de su propia
subsistencia y en los procesos que el Universo ha encontrado para que él
esencial y vital siga poderoso pisando amaneceres nuevos.
Sólo unos pocos se preguntarán sobre el
cómo, el para qué del perfume y el sabor de la fruta… y menos aún agradecerán
la sombra fresca de una arboleda de verano; y tal vez sólo un hombre o una
mujer se pregunten sobre los sueños y despertares de ese árbol.
Eso, sin más, sin menos, debería ser la
inquietud de un maestro; estas preguntas y búsquedas que son las que nos ponen
realmente de pie enseñándonos a caminar, debieran ser lo único importante de
enseñar en escuelas que entonces sí se reconocerían como esperanzas de un
tiempo que será bueno vivir, que será aún más bueno engendrar para el mejor
bien de las almas de todos los reinos, incluidos los humanos.
MARÍA FERNANDA GUTIERREZ
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