Pensar y trabajar hoy
en educación, es tal vez el mayor de los desafíos.
Porqué??
Porque para hacerlo
consecuente y responsablemente, primero deberemos transitar nuestra propia
alma, habitarla, respirarla… y confesarnos a nosotros mismos si estamos listos
para escuchar a los niños que estaremos “educando”.
En este caso “la
llave” no la encontraremos en un libro…
la llave está dentro de cada uno de nosotros y sólo si nos hallamos en estado
de comunión con nuestra luminosa alma, estaremos listos para dedicarnos a la
tarea de ENSEÑAR, aunque prefiero decir “ACOMPAÑAR”.
Empecemos entonces por
hablar de nosotros…
Los seres humanos
nacemos siendo sanos y sabios, así nos envían a la Tierra; luego, se va
depositando en ese niño fresco y dócil que somos, todo tipo de mandatos,
creencias, miedos. Esto por supuesto, no
siempre es así, y afortunadamente, muchos niños pueden vivir sus procesos de
evolución hacia un ser adulto sano y libre, siempre que hayan sido alimentados
con AMOR.
Por eso, lo que se
construyó durante un lapso variable de miedos,
llevará un proceso similar para “destejer” el entramado de situaciones
que no nos pertenecen. Si a esto sumamos que algunas o muchas cuestiones
irresueltas de tiempos remotos se volverán a presentar como ese “pendiente” a
solucionar, tal vez comprendamos la inmensa cantidad de amor con la que
deberemos trabajar en nosotros mismos.
Este proceso, para
simplificarlo y caminar suavemente cada una de sus partes, lo dividiremos en
cuatro etapas y cada una de ellas asumirá el tiempo necesario de elaboración e
“internalización”. Estas “instancias” será bueno que las comprendamos en forma
separada para así ser conscientes de cómo se ha asumido cada una de ellas para
llegar a la verdadera sanación, que en definitiva será la evolución, continuar
el camino, reencontrarnos con ese niño que aún vive algo “adormilado” muy
dentro de nosotros.
Algo que diferencia nuestro mundo adulto del
que habitábamos cuando éramos niños, es LA DUDA; en algún momento dejamos de
creer... siendo niños, podíamos creerlo todo, ahora no, eso NOS EXPONE, nos
hace vulnerables y entonces nos vemos obligados a construir murallas, corazas,
duras pieles que nos cubren, capa tras capa.
Esto aparenta ser una buena medida: NADA VA A LASTIMARME.
NADA más alejado... sólo nos separamos de la Fuente, de Dios, de la Luz... de nuestro inocente y maravilloso niño, que siempre estuvo dispuesto a amar y a evolucionar.
Esto aparenta ser una buena medida: NADA VA A LASTIMARME.
NADA más alejado... sólo nos separamos de la Fuente, de Dios, de la Luz... de nuestro inocente y maravilloso niño, que siempre estuvo dispuesto a amar y a evolucionar.
La primera etapa de
este proceso, es el PERDÓN, comprender que el obstáculo está allí
por amor y no para frenarnos… está allí para darnos un fuerte envión hacia “el
adelante”, que nos espera con los brazos muy abiertos y empalagados de
AMOR. Será sentir sinceramente que deseamos modificar una visión adquirida, que
no nos pertenece y que nos ha recluido en el miedo (contracara del amor).
Como muchas otras
veces, imaginando que pudiera existir la persona que no comprendiera los
códigos “preestablecidos” sobre el significado de las palabras, quise aclarar
más aún a qué nos referimos cuando hablamos de PERDÓN y encontré que los
“inicios” de esta palabra involucran el “dar, pasar, adelantar… una donación,
obsequio o regalo”; y entonces todo
cerró más amorosamente aún… ya que iniciar el camino hacia uno mismo, hacia la
erradicación del miedo, es un obsequio que bien nos tenemos merecido.
El PERDÓN:
Es la enseñanza a través de los
obstáculos.
La
ACEPTACIÓN
Es la sabiduría ancestral.
Cuando el perdón haya
sido asumido y podamos continuar avanzando… deberemos ACEPTAR.
Aceptar será confiar,
entregarse, cerrar los ojos y saber que merecemos lo que ocurrirá porque eso será lo mejor que puede ocurrirnos. Confiar que Dios, el Universo, los Maestros,
los Ángeles, están allí, todo el infinito tiempo “cuidando nuestras espaldas”. Algo bueno va a ocurrirnos, algo que no
tendrá oposición y que recibiremos voluntariamente como acto de fe en la
observancia de nuestro proceso para volver a vibrar con la sana inocencia del
niño que nos habita.
Esta etapa del
proceso de sanación, suele ser junto con el perdón, la más difícil, ya que
siempre habrá “motivos”, “causas” muy válidas para la “no aceptación”, para “no
perdonar”… en seguida surgirán los reparos: “cómo aceptar una enfermedad?”,
“cómo perdonar una violación?”. Justo
aquí está el nudo donde debemos modificar nuestro proceso de “pensamiento”… sin
duda será algo nuevo, diferente, GRANDIOSO.
Modificar será la llave que nos conduzca a la liberación…
Poder sentir
que Dios nos habita, reconocer nuestro ser Divino, nos hará comprender que la
libertad es algo más que un regalo generoso, es un “derecho” que traíamos al nacer, y que al ir
avanzando en esta forma de vida, y
retrocediendo en nosotros mismos, convertimos en “podio”… último escalón de una
escalera que nadie puso delante nuestro.
Vivenciar el ser libres es tan majestuoso, que hasta llegamos a pensar
que no es “humano”.
Ahí radica
otra vez la equivocación.
Ser libres,
ser humanos, es Ser, es Dios… y es “majestuoso”.
La LIBERACIÓN
Es observar el camino, todo el
proceso.
Pero todo ocurrirá…
al sentir ese tibio calor que nos protege suavemente por detrás y que nos
permite CONFIAR… será el momento de la LIBERACIÓN.
El LIBERAR es ARMONÍA; el estado perfecto de
las cosas, que hace que no haya trabas, oscuridades, ni miedos. La armonía es una música bella que acompaña y
condimenta el funcionamiento de toda la MARAVILLA. Cuando dejamos que ocurra…
que la armonía colme nuestros días, todo se facilita. “Ellos” trabajan menos, es un estado de
Gracia, es toda Su confianza puesta en
cada uno de nosotros.
Es relajarse, sintiendo el latido de
nuestros corazones, es como saber que el
Gran Todo, está funcionando aceitado y nada ocurrirá que distraiga ese
funcionar.
Y otra vez imagino, que alguien pueda no
comprender nuestros códigos con las palabras, por lo que me arrimo al
diccionario para encontrar otra forma de expresarlo: es la facultad del ser humano de
desarrollar una acción según su propia voluntad; cancelación o
caducidad de las cargas = ARMONÍA.
Finalmente,
la SANACIÓN
Es tu Ser Niño, es volver a vibrar
con él y haber logrado la sanación.
Hay almas que organizan su supuesta armonía en “seguridad y
garantías”. Su existencia ES, en función
de estar seguros y garantidos. No lo han
comprendido aún. Cuando suelten, cuando se dejen llevar en las cálidas
corrientes suaves y perfectas del amor, sabrán que no existen garantías, que no
son necesarias… que las cosas ocurrirán cuando deban ocurrir y que siempre
estarán amparados y cobijados en los largos brazos del amor y la templanza.
Si aún existen dudas de cómo detener la ira y el miedo… sólo
AMA. Ahí también está el aprendizaje.
Debemos amar incluso y “sobre
todo” a esos seres que no comprenden qué es el amor.
Eso será SANAR
= restablecer, recobrarse, aliviar,
mejorar, curar, recuperarse, restituirse.
Elijo en el final:
RESTITUIR, e imagino al niño restituido y recibido con amor filial en nuestro
propio corazón, donde siempre estuvo. En este AHORA, lo reencontramos vivo y
feliz para orientarnos y guiarnos.
Hoy se habla de los NIÑOS CRISTAL como aquellos
pequeños que vienen a mostrar el camino…; nuestro ser adulto, tiene un niño
cristal pugnando por salir, lo que ocurre es que en este espacio-tiempo llegan
seres que con total naturalidad alinean su conexión con lo Divino. Abren
puertas. No dudan. Son absolutamente sensibles, aceptando esa sensibilidad… no
cargan con ella, la DISFRUTAN.
Debemos intentar transitar ese sendero,
observarlos y observarnos…
Ellos, suelen estar rodeados de otros niños
que les consultan, o sólo los observan. Lo que ocurre en el mundo de los
adultos respecto al “observarnos” y sentir que alguien ha evolucionado más que
otro, ocurre también con los niños, pero sin “medirse”, sin “prejuicios”, ellos
se observan naturalmente para comprender y “probar” cómo es sentir y accionar
desde otro lugar. Sin duda, los niños guardan intacta la conexión con el Amor
Absoluto.
Estos niños además, traen alegría y sanación, por el sólo hecho de estar cerca y compartir un juego con ellos. Transitan un estado de Gracia permanente y lo viven con armonía y gozo.
Estos niños además, traen alegría y sanación, por el sólo hecho de estar cerca y compartir un juego con ellos. Transitan un estado de Gracia permanente y lo viven con armonía y gozo.
Eso, llevamos dentro.
Caminemos con las herramientas que cada uno
posea hacia esa “cristalidad”.
Así volveremos a encontrarnos con la sanidad
de nuestra alma, que siempre está en estado de Gracia.
ES TIEMPO DE CREER que la sanación ya vive en TODOS,
y sólo necesitamos reflotarla. LIBERAR y LIBERARNOS porque la tarea en este
tiempo está en cada uno de nosotros y con cada uno de nosotros y así la
SANACIÓN será real y UNIVERSAL… porque SOMOS UNO.
Por eso, cuando nos digamos EDUCADORES,
preguntemos a los niños de hoy, qué tienen para enseñarnos… y compartirnos.
MARÍA FERNANDA
GUTIERREZ
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