lunes, 8 de noviembre de 2010

LA RABIA DE LOS JOVENES



Tengo mis propios "sentires" sobre cómo están viviendo este tiempo los jóvenes. Algunos coincidirán con ello y otros no, o en parte. Siento desde mi corazón que ellos tienen mucha sabiduría interior para mostrarnos y que son lo suficientemente generosos como para hacerlo sin reparos, con alegría y desapego... pero... aquí estamos nosotros, los adultos, que tanto tenemos para enseñar, y "bajar" conocimientos, que la mayoría de las veces no podemos imaginar siquiera que un adolescente o un niño pueda enseñarnos algo.

Hace unos días llegó a mis manos un libro llamado: "Terapia del alma. Anatomía de la luz" de Graciela Pérez Martínez, de allí he tomado un párrafo para ofrecerles, con el cual estoy en un 85% de acuerdo, por lo cual me parece más enriquecedor, compartir con ustedes y asumir las discrepancias... tal vez a otros les ocurra lo mismo y compartan todo el texto, nada o parte...

..."Ser espirituales implica la capacidad para relacionarnos con todo lo que existe. Se trata de la verdadera cosmología (donde la palabra cosmos, que en griego significa "el todo", toma su verdadera dimensión). La rabia que exhiben los jóvenes en la actualidad se debe a que han heredado un planeta enfermo y modelos culturales neuróticos (escindidos) donde no hay enlace entre lo espiritual y lo mental. Lo espiritual es unión e integración, lo mental implica análisis y discriminación. La ira y la rabia de los jóvenes se fundamenta en su dolor, porque la ira es una manifestación del dolor. Y ese dolor se está profundizando día a día. Los jovénes necesitan experimentar algo más que visitar un centro comercial, ver televisión, conducir un automóvil o asistir a competencias deportivas. Pero nuestra cultura no les procura experiencias que apunten a la trascendencia. Entonces, se sumergen en el sonambulismo de los vapores etílicos, en la inhalación de drogas más o menos refinadas según el estrato social al que pertenezcan, o en el olvido de sí mismos que les brinda el contacto sexual indiscriminado.

Una cultura peligrosamente carente de valores espirituales no puede transmitir sentido de trascendencia a sus jóvenes, e inevitablemente los conduce a las adicciones y a la depresión. El divorcio entre ciencia y espiritualidad, acaecido en el siglo XVII, condujo al achicamiento del espacio místico, hasta llegar a la inanición espiritual.

La ciencia se dedicó a explorar el poder de la naturaleza, pero estuvo desprovista de conciencia mística. De modo que se vendió al mejor postor (grupos políticos, económicos), canjeando por dinero una sabiduría que no le pertenecía, pues se trata del patrimonio de la humanidad. Y en esta feria de vanidades, al vender sus almas al bajo precio de ambiciones materiales, los adultos han vaciado de sentido las vidas de los jóvenes"...

Sólo para ir teniendo en cuenta otras opiniones y sabiendo que no somos dueños de ninguna verdad... y que en todo caso la ÚNICA VERDAD, ES EL AMOR, el respeto por las diferencias y la aceptación de lo nuevo, por poco "convencional" que resulte.



(*) las imágenes pertenecen a "Un cuento para niños índigo" de María Fernanda Gutiérrez.

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